Todo vuelve una vez más. La enajenación de estar viviendo una película envuelta en el deseo de no estar ahí. Gente corriendo, gritando, y vos entre mis brazos, con los ojos cerrados, lejos de tu cuerpo tembloroso.
- Llamen al 911, rápido. ¡Hay una urgencia!
La sombra que se cierne sobre la memoria quebrada por el dolor de lo que no se quiere recordar, de lo que costó recobrarse, de nuevo presente, aquí y ahora.
El pasado vuelve una vez más. El recuerdo de ese lunes por la tarde, cuando volvíamos juntos del colegio, programando la próxima movilización del centro de estudiantes. La dulce apatía de la siesta en un cálido marzo fue interrumpida por un grupo que, a punta de pistola, nos introdujo en un auto y nos llevó a un descampado, donde nos castigaron duramente. A vos más que a mí, porque te resististe a contestar preguntas y a desistir de una actitud rebelde ante el castigo. La sangre corría por tu cabeza como ahora, pero no habías perdido el conocimiento.
Aquella tarde nos dejaron, y pudimos volver a casa. Nos mantuvimos escondidos y con miedo por años, yo por voluntad, vos porque las secuelas de los golpes perturbaron tu rebeldía y quitaron energías a tu cuerpo.
Lejos del barrio y de la ciudad sumida en una guerra oculta y silenciosa, con la condena de la presunción y la salvación en la desaparición del escenario como única justicia.
Pero todo vuelve, y lo escondido también resurge. A vos se te olvidó el miedo y el pasado también. Volviste al partido, a las reuniones y a actuar por las causas justas.
Hoy algo me tenía intranquila, quizás las voces que empezaban a alzarse en un país nuevamente convulsionado.
- No quiero salir – te dije a la mañana, intentando disuadirte de ir a la manifestación.
- No soy yo si no voy. No estoy vivo si no sigo mis deseos y mis ideales. Es por una causa justa. No te preocupes, no va a pasar nada.
¿Nada? ¿Esto es nada? En la ambulancia, corriendo por llegar al hospital, sufrís un paro cardíaco. Te llevan rápido a quirófano, hay que extraer la bala.
Me decís que soy egoísta, que tu vida no se limita a nuestra pareja, que tu fin va más allá de las paredes de nuestra casa. Reclamás extrañar a la adolescente escondida tras los miedos, aquella que miraba más allá de su horizonte.
Tus compañeros retienen a los periodistas que comienzan a llegar. Todo parece irreal, como en una película, aquella que nunca quise ver.
El médico nos comunica que no soportaste la operación. Ya está, te fuiste, me quedé sola.
Tenía que ser la muerte la que despertara a la adolescente que esperaste por años. Tenía que ser tu alejamiento físico el que hiciera que te conservara a mi lado en tus ideales. No te preocupes, amor, se hará justicia, aunque mi voz sea acallada una y mil veces. Nunca te he de abandonar.