sábado, 2 de julio de 2011

Una vez más


Todo vuelve una vez más. La enajenación de estar viviendo una película envuelta en el deseo de no estar ahí. Gente corriendo, gritando, y vos entre mis brazos, con los ojos cerrados, lejos de tu cuerpo tembloroso.

- Llamen al 911, rápido. ¡Hay una urgencia!

La sombra que se cierne sobre la memoria quebrada por el dolor de lo que no se quiere recordar, de lo que costó recobrarse, de nuevo presente, aquí y ahora.

El pasado vuelve una vez más. El recuerdo de ese lunes por la tarde, cuando volvíamos juntos del colegio, programando la próxima movilización del centro de estudiantes. La dulce apatía de la siesta en un cálido marzo fue interrumpida por un grupo que, a punta de pistola, nos introdujo en un auto y nos llevó a un descampado, donde nos castigaron duramente. A vos más que a mí, porque te resististe a contestar preguntas y a desistir de una actitud rebelde ante el castigo. La sangre corría por tu cabeza como ahora, pero no habías perdido el conocimiento.

Aquella tarde nos dejaron, y pudimos volver a casa. Nos mantuvimos escondidos y con miedo por años, yo por voluntad, vos porque las secuelas de los golpes perturbaron tu rebeldía y quitaron energías a tu cuerpo.

Lejos del barrio y de la ciudad sumida en una guerra oculta y silenciosa, con la condena de la presunción y la salvación en la desaparición del escenario como única justicia.

Pero todo vuelve, y lo escondido también resurge. A vos se te olvidó el miedo y el pasado también. Volviste al partido, a las reuniones y a actuar por las causas justas.

Hoy algo me tenía intranquila, quizás las voces que empezaban a alzarse en un país nuevamente convulsionado.

- No quiero salir – te dije a la mañana, intentando disuadirte de ir a la manifestación.

- No soy yo si no voy. No estoy vivo si no sigo mis deseos y mis ideales. Es por una causa justa. No te preocupes, no va a pasar nada.

¿Nada? ¿Esto es nada? En la ambulancia, corriendo por llegar al hospital, sufrís un paro cardíaco. Te llevan rápido a quirófano, hay que extraer la bala.

Me decís que soy egoísta, que tu vida no se limita a nuestra pareja, que tu fin va más allá de las paredes de nuestra casa. Reclamás extrañar a la adolescente escondida tras los miedos, aquella que miraba más allá de su horizonte.

Tus compañeros retienen a los periodistas que comienzan a llegar. Todo parece irreal, como en una película, aquella que nunca quise ver.

El médico nos comunica que no soportaste la operación. Ya está, te fuiste, me quedé sola.

Tenía que ser la muerte la que despertara a la adolescente que esperaste por años. Tenía que ser tu alejamiento físico el que hiciera que te conservara a mi lado en tus ideales. No te preocupes, amor, se hará justicia, aunque mi voz sea acallada una y mil veces. Nunca te he de abandonar.

jueves, 19 de mayo de 2011

Por río, por mar, por estupidez humana

Era el 8 de marzo del año 2030. Como todas las mañanas, el Doctor Henry Milton se dirigía a la base para seguir con la rutina de ensayos previstos para ese día.

Repasaba lo que debería hacer hoy: aislar su hallazgo, esta bacteria tan especial, Rhodospirillum faecalis (1) como habían decidido ponerle, aunque en un principio se llamara Bacilo Milton del proyecto Z6619AN. El proyecto secreto de búsqueda de un arma biológica que no matara pero permitiera el dominio de aquellos que se alejaban de la moral preponderante.

Tenían que documentar la observación de los monos que habían ingerido la bacteria por el agua de bebida contaminada con la misma. Bacilo gran negativo, resistente al cloro del agua potable, con capacidad de obtener su energía a través de fotosíntesis pero a la vez con capacidad de alojarse por un tiempo en el intestino de los mamíferos sin causar enfermedad. No, no tan así, sin causar enfermedad intestinal, pero sí un profundo sueño, que podía durar todo el tiempo que la bacteria quedara alojada en el intestino del animal.

Allí estaban los monos macacos en sus jaulas, durmiendo desde ayer. Sandy había sido la más resistente, recién a la tarde cerró sus ojos, su consumo de agua había sido menor que el del resto. Esa debía ser la causa.

Debían descubrir qué era lo que provocaba este efecto. Era llamativo que esta bacteria transformada provocara el sueño en los monos y en los perros sólo un efecto sedante. Henry procuraba escribir el protocolo de investigación: cultivo de células, marcación con anticuerpos, cromatografía, espectros, etcétera, etcétera.

Pero ese era un día especial. No por las nubes que habían ocultado el sol. No porque el experimento hubiera dado algo no esperado. Fue la visita del General Marc Stuar al laboratorio, sin entrevista previa, sin reunión planeada con anticipación.

El General fue directamente al despacho de Henry. Necesitaba la bacteria, ahora, en esa misma semana, para una acción humanitaria pero completamente secreta. Había que preparar altas cantidades de Rhodospirillum faecalis en agua peptonada, para ser utilizadas. No hubo explicaciones, ni fueron escuchadas las preocupaciones del investigador por su trabajo inconcluso y lleno de dudas.

El 13 de marzo partieron 2 aviones al pequeño país de Impen, cargados con 10 frascos con el cultivo de la bacteria, millones de ellas en su mejor estado de salud. Desde Impen se movilizaron 50 soldados hacia Impek, y con los frascos contaminaron desde el pequeño río de Kadur hasta el más grande Kibol, llegando también al mar Carbo.

Era el 14 de marzo del 2030 cuando un país amaneció dormido. Ya no había batallas, ni ejecuciones, llanto, risas, deseos, anhelos, necesidades, miseria, dolor. Todo entró en un sueño profundo.

El presidente Bang tomó el mando del país, para poner orden en él. Envió 10000 médicos para atender a los dormidos y 50 empresarios para manejar las petroleras.

La calma volvió a Impek, en una semana la población despertó con un nuevo gobierno, una nueva cultura y una miseria distinta, más civilizada. Todo se tomó mansamente, parecía no existir ni una derrota, un dominio o una pérdida.

Los recursos eran caros y escasos, difíciles de obtener. Ni luz, ni combustible, ni comida, sólo la ropa necesaria. Pero abundaba la paz, y una atención médica que todo lo anotaba y lo estudiaba.

Cumplida estaba la misión de paz, y el petróleo agotado.

Cumplido estaba el estudio de los médicos y sociólogos que determinaron una rara enfermedad en la población, aquella que los llevaba a decir que podían leer su mente, que no necesitaban armas para defenderse, luz para sus casas, combustible para sus vehículos o alimento para su vida. Que si no lo tenían, simplemente hibernaban hasta las buenas épocas, leyendo lo que su corazón tenía escrito desde siempre.

Síndrome de hiporreactividad depresiva, determinaron, a pesar del aspecto placentero de los pacientes.

Síndrome creado y transmitido por río, por mar, por estupidez humana. Por aquella estupidez de creer que todo puede verse con los ojos y palparse con los sentidos. Por aquella estupidez que necesita todo lo externo para sentir felicidad. Por aquella estupidez de sentirse el Dios Todopoderoso que todo lo puede controlar.

En fin, igualmente el proyecto Z6619AN había sido utilizado con éxito. Caso cerrado para el Hexágono. Fin de la historia.


(1) Hay una combinación de nombres de género y especie entre la bacteria Rhodospirillum rubrum, productora de melatonina, y las bacterias intestinales. La melatonina induce el sueño en los hombres, y actúa como sedante en perros, ambos animales utilizados en las fases preclínicas de investigación. La melatonina es producida por la glándula pineal, el llamado tercer ojo. Para Descartes, la glándula pineal es la que conecta el cuerpo con el alma, o la contiene. Para la filosofía hindú, esta glándula aloja el sexto chakra, que está relacionado con la capacidad de visualizar y entender conceptos mentales. Esto incluye los conceptos del mundo y del universo de la persona, o la forma en que considera al mundo y las probables respuestas que éste le dará.